Las huellas infantiles; de un mágico sendero,
palpitan dulcemente; en dóciles fragancias,
fragancias de sonrisas; de juego placentero.
Así transcurre el tiempo; cual plácido venero,
en manos de la niña; en áureas estancias,
así el jardín disfruta; de un brillo sin distancias,
el brillo de la niña; intenso y duradero.
Las flores de ternura; de luz y de colores,
depiertan con frescura; con toques de primores.
Tejiendo primaveras; con grácil armonía,
así fluye tiernamente; cual brisa de sabores,
la risa de la niña; amor de mil albores,
lumínica princesa; de afable melodía.
Así el jardín se funde; en tinta de alegría,
en flamas de ternura; de fresco y suave encanto,
la esencia de la niña; que pinta al bello día.
Dulzura deleitante; de tersa lozanía,
así vibran los sueños; de azul y tierno canto,
los sueños de una estrella; de hermosa sinfonía,
así vive la niña; sus juegos con encanto.
Jardín de mil delicias; de plácidos olores,
irradia a la princesa; cual fresco y dulce manto.
Autor: Joel Fariñez