La barrera del
humano
El piloto Chuck
Yeager (1923) inició la era de los vuelos supersónicos el 14 de octubre de 1947,
cuando rompió la barrera del sonido… aquella especie de “muro de ladrillos
invisibles”.
Algunos científicos
prominentes parecían disponer de ciertos “datos sólidos” respecto a que esa
barrera era impenetrable.
Otros predijeron
taxativamente, que tanto el avión como el piloto se desintegrarían cuando
alcanzaran la velocidad Mach1; o que el piloto perdería la voz; retrocedería en
edad, o recibiría fuertes golpes.
A pesar de ello,
ese día histórico Yeaguer alcanzó una velocidad de vuelo de 1126 kilómetros por
hora (Mach1.06) en su avión Bell Aviation X-1.
Tres semanas
después alcanzó Mach1.35 y seis años más tarde voló a la increíble velocidad de
2594 kilómetros por hora (Mach2.44) con su X-15, poniéndole fin al mito de la
barrera impenetrable.
En su
autobiografía, Yeaguer escribe:
“Cuanto más rápido
iba, más suave se hacía el vuelo.
Repentinamente, el
indicador de Mach comenzó a oscilar.
Subió hasta 0.965 y
luego saltó en la escala.
¡Creí que estaba
viendo visiones!
Estaba volando a
velocidad supersónica y el vuelo era tan suave como el trasero de un bebé: mi
abuela hubiese podido ir sentada allá atrás, sorbiendo una
limonada…
Yo estaba
estupefacto.
Después de tanta
ansiedad y de tantas prevenciones, romper la barrera del sonido, lo desconocido,
era sólo una incursión a través de una especie de gelatina espacial, como
circular en una autopista perfectamente pavimentada.
Más tarde comprendí
que esa misión había terminado en una decepción, porque la verdadera barrera no
estaba en el cielo, sino en nuestros conocimientos y en nuestras experiencias
acerca del vuelo supersónico”.
La humanidad ya ha
“roto” la barrera del sonido, pero enfrenta todavía un obstáculo que muchos
consideran más difícil de superar: ¿La velocidad de la luz? NO!: “La barrera del
humano”.
En la actualidad,
romper la “barrera humana” o status-quo es, para muchos, tan difícil como lo era
hace cuatro décadas romper la “barrera del sonido” para los ingenieros
aeronáuticos.
Muchas personas
necesitan dar un salto cuantitativo en sus vidas y hacer un saludable cambio en
sus hábitos, una modificación importante en sus
directrices.
Para lograr romper
con los viejos hábitos y elaborar otros nuevos, se debe aprender -al igual que
en la aviación- a manejar las fuerzas restrictivas y a aprovechar las fuerzas
impulsoras.
Superar la inercia
del pasado depende, en gran medida, de disponer de una clara identidad y un
sólido fin.
De saber quién es
usted y qué es lo que quiere llevar a cabo!.
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