Ya no soy el hombre de la pasión helada;
ahora yo soy ése que sabe lo que siente;
ya le doy valor sólo a cada día presente
y a mi alma que está de ella enamorada.
En versos de ella queda todo mi amor grabado;
ya no soy cobarde, pero un hombre valiente;
me domina la soledad si ella no está presente
y mi único deseo es ser por ella siempre amado.
Enamorada se siente mi alma en ella dulcemente encarcelada
como si fuera una enfermedad que jamás deseo sea curada.
La quiero a ella solamente para mí con todo deseo y egoísmo.
Enamorado sé que mi vida sin ella sería sólo un abismo;
sin ella aun con muchas riquezas no tendría yo nada
ni podría jamás sentirme en el mañana como el mismo.
(Juan Antonio Rodriguez, hijo)