El regalo de un Parayso
Era un alegre y lindo payaso
aquel que llegó con el circo un día
a un lejano y apartado pueblo,
uno de tantos de sus largas giras
Por la calle desfilaban
payasos, elefantes, magos y trapecistas
y todo el pueblo alegre y alborozado
estaba con la llegada del circo.
Muy duro trabajaron todos
y muy pronto la gran carpa estuvo erguida.
Algunos ensayaban sus actos y
los animales a lo lejos dormían.
El alegre payasito esperaba con ilusión
que empezara pronto la función.
No había para él nada mejor
que, con su gracia y humor,
ganarse, de los niños. su corazón.
Muy orgulloso de su nariz estaba.
No era roja como se acostumbraba.
Era amarilla como el sol
y su brillo a los niños le gustaba
Al final de cada función
los pequeños, hacia él, corrían
y entre gritos y algarabía
su nariz, tocar querían
Cuanta alegría sentía el payaso
de saber que su nariz
tan feliz a los niños hacia
Cada noche en penumbra y soledad
el payasito daba brillo a su nariz
y con recelo la guardaba
en una pequeña caja
muy debajo de su almohada.
Si perdiera su nariz,
sin trabajo se quedaba.
El dinero, al payasito,
no mucho le importaba,
Pero moriría de tristeza
si del circo se apartara.
Una noche, antes de la función
el payasito debajo de su almohada
la pequeña cajita sacó
y con gran asombró notó
que su brillante nariz ya no estaba.
Cuanta angustia el payasito sentía,
cuanta tristeza en su corazón.
La función debía continuar
pero no con su acto de gracia y humor
Lloraba el payasito su profundo dolor
cuando un niño
en brazos de su madre lo llamó.
Su pequeña mano
una luz brillante la envolvía
y con asombro vio que era su nariz
lo que su mano sostenía
La madre avergonzada
al payasito disculpas pidió
El niño estaba enfermo
y un último deseo pidió
Quería que fuera suya
aquella nariz tan brillante y amarilla
Por eso, a hurtadillas la había tomado
mientras el payaso dormía
El payasito comprendió
que su nariz, podía sin él,
continuar la función.
Por esa razón y con profundo amor
su amarilla y brillante nariz
el payasito, al niño regaló.
Con lerdos pasos
el payasito del circo se alejó
pero llevaba alegre
y en paz su corazón