Despierta de caricias, aún siento por mi cuerpo corriéndome tu abrazo. Estremecido y tenue sigo andando en tu imagen. ¡Fue tan hondo de instintos mi sencillo reclamo...
!De mí se huyeron horas de voluntad robusta, y humilde de razones, mi sensación dejaron. Yo no supe de edades ni reflexiones yertas. ¡Yo fui la Vida, amado ! La vida que pasaba por el canto del ave y la arteria del árbol.
Otras notas más suaves pude haber descorrido, pero mi anhelo fértil no conocía de atajos: me agarré a la hora loca, y mis hojas silvestres sobre ti se doblaron.
Me solté a la pureza de un amor sin ropajes que cargaba mi vida de lo irreal a lo humano, y hube de verme toda en un grito de lágrimas, ¡en recuerdo de pájaros!
Yo no supe guardarme de invencibles corrientes ¡Yo fui la Vida, amado ! La vida que en ti mismo descarriaba su rumbo para darse a mis brazos.
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