De una pasión
Y en ese momento no pensó más nada, porque solo le importaba estar ahí,
frente a él, observando su cuerpo, cada uno de sus movimientos,
cada uno de sus gestos, admirando sus hermosos ojos verdes, esos ojos que
tanto le gustaban, los que la habían fascinado desde el principio.
Ella ya tenía alguien a quien querer, pero amaba al chico de los ojos verdes.
De quien tenía a su lado apreciaba muchas cosas, su amor incondicional,
la manera de priorizarla siempre y la manera un tanto infantil que
tenia al mirarla, parecía ser un niño viendo su juguete preferido,
y eso a ella le encantaba, la hacía sentir especial. Con el tenia todo lo
que la mayoría de las chicas deseaban, amor, contención y confianza,
solo que ella siempre fue un tanto más compleja que las demás,
no creía que el amor fuera solo eso, ella buscaba algo más, no sabía qué,
y el chico de los ojos verdes tenía ese “no sé qué”, que ella tanto buscaba.
Adoraba cada uno de los pocos, pero increíbles momentos a su lado, los pocos,
pero intensos e inolvidables besos, todas esas veces que se miraban fijamente y
se decían mil cosas con solo una mirada, las charlas profundas,
la manera en que se dirigía a ella, la manera en que el tiempo pasaba
estando cerca de él, y esa sensación de nervios y una especie de
cosquillas que le causaba el solo hecho de tenerlo cerca.
Nunca pasaba un día en que no pensara en el,
siempre esperaba ansiosa el momento de verlo.
Y esa noche lo tenía tan cerca… Pero no se animaba a decirle todo eso
que llevaba dentro desde el día en que lo vio por primera vez.
Sabía que no podía desperdiciar esa oportunidad, ya que al ser anciana y cuando
su vida sean recuerdos quería poder decir “estuve en tal beso”, “estuve en tal pasión”…
Tenía en claro que ese amor había surgido solo de algunas noches juntos,
de pocos momentos, pero que eran suficientes como para darse cuenta
de que lo que sentía era real, por lo menos para ella.
Iba a jugarse todo por el aquella noche, al decirle cuáles eran sus intenciones,
y estaba muy esperanzada en que el sintiera lo mismo, aunque todos sabían que
no era la mejor opción para nadie.
Cuando tomo coraje y pudo hablarle, le dio un discurso interminable
sobre un amor altruista y
generoso, esperando poder convencerlo de estar juntos, dispuesta a dejarlo todo
por el, creyendo que la vida es un cuento de hadas y que él era un príncipe azul.
Nada salió como ella lo esperaba, el no pensaba como ella, lo habían traicionado
varias veces y eso moldeo su manera de pensar, creía que el amor era algo
que la gente idealizaba demasiado, y respondió lo siguiente:
“Yo no puedo darte nada de todo eso que vos me pedís.
Si a mí me preguntan si me casaría con vos, diría que no porque no
estoy enamorado. Pero si me preguntan si daría mi vida por vos, si te amo,
diría que sí. Para mi amar a alguien y estar enamorado son dos cosas muy distintas.
Estar enamorado es querer casarse, y hacer todas esas cosas, y yo no
puedo prometer nada de eso, no soy de las personas que juran amor eterno,
pero si las traicionan o les hacen algo que no les gusta ya no te aman mas,
porque eso no es amor. No es así para mí, porque yo te amaría pase lo que pase.”
No supo que decir después de escuchar todo eso.
Sus sueños se desvanecieron y decidió aceptar su destino, y hacer su
vida con alguien que podría
darle todo eso que ella siempre busco, pero que jamás llegaría a tener ese “no sé que”
para poder enamorarla.
Pocas veces se amargaba al recordar aquella noche, al pensar que no hizo
su vida al lado del chico de los ojos verdes, que hacía años que ya no sabía de él.
Porque en el fondo de su corazón, sabía que ella había sido para él,
todo lo que el había sido para ella.