Yo soy el día:
Te traigo el resplandor de un nuevo día
fundiendo tu tiniebla y tus pesares,
y tengo un florilegio de cantares
para llenarte el alma de armonía.
He de decirle al sol que tú eres mía,
porque yo te he elevado a mis altares,
su reino serán playas y olivares,
pero el mío será tu fantasía.
Mi luz te envolverá en abrazo estrecho,
cálido roce casi imperceptible,
como el pétalo leve de una flor.
Y no habré de sentirme satisfecho
hasta que no resulte inextinguible
dentro de tí esa luz y su calor.