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MI ABANICO
En una mesa-camilla seis mujeres conversaban con ese calor cariñoso que el brasero regalaba.
Reían las ocurrencias de una que comentaba: ¡Qué pena de mi abanico! no me sirvió para nada.
En mis tiempos juveniles, me llovían los pretendientes, y yo como era coqueta abanicazos me daba y me decía entre dientes (como era de primera) " El que yo quiera, El que yo quiera el que yo quiera."
Fueron pasando los años y con ese gracioso ímpetu que mi abanico perdió en tiempos de juventud... mi mano menos ligera y mi abanico también repetía: "El que Dios quiera el que Dios quiera el que Dios quiera"
Todas reían y gozaban entre viudas y casadas, las gracias con que contaba la que no encontró su "gracia" y soltera se quedaba.
Siguiendo su retahíla con ironía comentaba: cuando llegué a los cincuenta, mi abanico no soplaba, mi abanico no sopló.
Mi mano aún mas lenta decía "El que esté de Dios el que esté de Dios el que esté de Dios”
Y ya sumo algunos mas ¡¡Dios me valga!! Y sigo con mi abanico: “El que me salga el que me salga el que me salga”
Angelita
Sevilla.
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