El que ama tiene muchas ventajas,
aunque también algunas penas.
La riqueza viene con la sombra
de la concreta o posible ausencia.
El que mucho ama, es rico,
lo puro es el amor ¡más que el oro!
Y su brillo se observa en los ojos
que no son ambiciosos.
Algunos aman las cosas sencillas,
pudiendo poseer un castillo de chapas,
como si fuera de diamantes,
y una compañía, invalorable.
Lo sublime, lo esplendido,
aquellas personas que a tu lado,
te colman, te sacian, te contentan
al verlas, hablarles, o saber que están.
Amar las bellas cosas sencillas,
donde un gesto, tiene valor.
La vida está llena de cosas,
entre ellas, nosotros.