Derrochando los más felices versos, una epopeya del encanto romántico. Luminosidad de ese lustre fantástico, celestial caudal de idílicos universos.
Este aleluya de zorzal deslumbrado, ¡sublime!... es el día de los sentidos. Amor, ese suspirado, etéreo objetivo; navega el deseo, nunca tan enajenado.
Vaporoso, de rodillas ante este clamor, audaz me exalto multiplicando gracias; límpido y jubiloso, orate de alabanzas, ¡eterno!... es el ritual célebre del amor.
Noble, con la armadura desnuda y gentil. Tierno, con una dulzura de leales reflejos. Íntegro, como el origen pío de este festejo. Natural, entregado
¡Dulce San Valentín!
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