Cuando recuerdo que tengo todo lo que necesito para lograr cualquier objetivo, no puedo evitar sentir confianza. Soy una creación de Dios, creada a Su imagen y semejanza. Soy una imagen de amor y perfección, con infinita sabiduría para guiarme y fortalecerme.

¿Cómo puedo expresar mayor confianza y fortaleza? Pasando tiempo en oración, vinculándome con Dios. En la quietud, contemplo mi potencial divino. Permito que el poder y la presencia de Dios burbujeen desde mi interior e irradio tranquilidad y confianza.

Bien sea que esté en una entrevista de trabajo, presentando un examen o viajando a un lugar no conocido, la vida de Dios en mí me da confianza para ser lo mejor.

Los niños son bendiciones divinas —inocentes y receptivos a las maravillas del mundo. Cuando sé acerca de un niño que está extraviado, enfermo o con miedo, inmediatamente oro. Visualizo que el amor de Dios lo envuelve, que el Espíritu divino lo protege y consuela, que está seguro y que es sano.

Mis oraciones y pensamientos positivos me ayudan a centrar mi atención en cómo puedo ayudar al niño y a su familia. Tengo fe en que cada niño es saludable y está a salvo, que cada persona que cuida de él tiene las herramientas y oportunidades necesarias para asegurar buenos resultados. Hoy oro por los niños afirmando para cada uno: Eres una creación amada de Dios, saludable, segura y protegida.

Tomo tiempo en el Silencio hoy para honrar a mis antepasados. Recibo consuelo porque sé que el espíritu de Dios es nuestro vínculo amoroso y eterno. Mi corazón se llena de paz al reconocer mi unidad eterna con toda la humanidad.

En este día de remembranza, reconozco y doy gracias por todos quienes sirven a un bien mayor. El servicio sagrado es una expresión del bien eterno de Dios, el cual bendice por siempre nuestros corazones, nuestras vidas y el mundo.