La Luna Nueva de mayo
extendió su negro manto,
cayó del sauce su llanto
por las orillas del río.
Ya no cantaban las ranas
ni se escuchaban los grillos,
el ladrido de los perros
allá por la lejanía
resonaba en mis oídos,
solo alumbraban mi pena
dos faroles encendidos
y una daga traicionera
clavada estaba en mi sino.
¡Ay Luna Nueva de mayo!
ella sin rumbo a partido
y el corazón me ha dejado
todito lleno de frío...
sus manos se me escaparon
sus labios ya no son míos
y sus ojos de gitana
entre la bruma he perdido.
Así, de noche, en silencio,
sin escuchar mis gemidos,
dejándome su recuerdo
se esfumó cual un suspiro.
Hoy solitario espero
la Luna Llena que ansío,
quiero que torne mi invierno
en un caluroso estío;
que ilumine con su luz
mi espíritu y el camino,
por donde debe llegar
el amor que con su brillo
reviva mis esperanzas
y sea al fin mi destino.
Autoría Luis Lema Osores
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