Los desapegos no realizados en tiempo y forma no siempre son angustia o depresión.
También recordamos con sonrisas
Por Eduardo Chaktoura |
"Nostalgias, de escuchar tu risa loca y sentir junto
a mi boca como un fuego su respiración",
dice Cadícamo en su tango sobre un amor de quien no puede olvidar.
Así como el amor, es difícil de olvidar el dolor por la pérdida de tantas personas,
objetos y situaciones que el tiempo se llevó. El pasado suele devorar, a nuestro gran pesar,
los grandes momentos. Aceptar la nostalgia es descubrir la importancia de soltar aquello
que ya no es posible o que ha quedado freezado en álbumes o baúles.
Sabrá cada uno entender (o sería saludable que así ocurriera)
que el duelo es necesario para no vivir del pasado y no poner en pausa la vida.
Si bien la nostalgia no es una enfermedad, sino un sentimiento producto de la memoria,
los desapegos no realizados en tiempo y forma, además de atraparnos en la telaraña del tiempo,
suelen involucrarnos en más de un trastorno de ánimo y sus derivados.
Pero no siempre es congoja, angustia o depresión. También recordamos con sonrisas y lágrimas dulces.
De azúcar o de sal, vale la pregunta:
¿cuánto nos condicionan aquellos sentimientos que supieron dejar su huella en el alma?
¿Cuánto puede cambiar todo si lo negro se tiñe de sepia para luego ganar otro color más luminoso?
Tal como también dice Cadícamo:
"Si su amor fue flor de un día, por qué causa es siempre mía esa cruel preocupación"..