El girasol.
Había una vez un pequeño grillito de nombre
Miguel, que iba todos los días a la escuela
muy mal humorado, sus compañeros de clase le decían
el alacrán, porque él parecía que destilara veneno.
A nuestro pequeño amigo nada le hacía cambiar
el terrible genio, aun cuando no tenía motivos para vivir así.
Gozaba de un buen hogar en el hueco de un árbol
y no le faltaban los alimentos, sus padres lo complacían en todo lo que podían.
Vivían en uno de los mejores arboles del bosque.
Hasta que un día la suerte de nuestro grillito
cambió; su padre lo perdió todo y tuvieron
que cambiarse de hogar a uno más pequeño,
e ir a una escuela humilde.
Esta situación hizo que él pequeño empeorara el genio, en la nueva escuela.
Y cansado el maestro, de la actitud de Miguel,
se dispuso a ayudarlo, lo sacó de clases y lo llevo a caminar
por la granja, sólo se detuvo cuando llego al cultivo de Girasoles.
Y frente a ellos le dejo una tarea diciéndole:
¨Desde ahora; sólo entrarás a mi clase cuando me entregues un informe
sobre el comportamiento de los girasoles¨.
El grillito estuvo esa tarde y durante un mes
observando el comportamiento de los girasoles. Y una mañana,
por fin asistió nuevamente a clases, con el informe
para su maestro, éste lo estaba esperando
con gran expectativa, porqué tenía la esperanza
de que él pequeño hubiese aprendido la lección.
Eliseo el anciano maestro, tomó las hojas del informe
y empezó a leerlas,
mientras se alejaban saltando le pregunto al pequeño:
¿Qué aprendiste de los girasoles?
El grillito respondió:
Nada importante, no veo en que me sea útil parecerme
a ellos. Solo se la pasan buscando al sol; así el día este oscuro.
Entonces el maestro, decepcionado le contestó:
Lástima que el mal genio te haya dañado el entendimiento,
pues si bien es cierto que la amargura te ha enceguecido,
no por eso ésta ha sido una mala lección.
Mí querido estudiante para que entiendas, te lo explicaré, le contestó el maestro:
¿Sabes por qué debemos ser como los girasoles?
La respuesta es, porque de las flores son el ejemplo más grande
de perseverancia y optimismo,
sin importar las inclemencias del clima saben soportar con paciencia
y siempre están buscando la luz del sol.
De igual manera debería ser nuestro actuar,
sin importar cuales, ni cuantos sean nuestros
problemas o dificultades, en todo momento deberíamos
buscar la luz, que está en nuestro creador,
y él nos escuchará y mostrará la respuesta a nuestros problemas.
Miguel miró a su maestro y las lágrimas le bajaron por
sus mejillas, porque finalmente se había dado cuenta de su error.
El pequeño entró donde estaban sus compañeros y les
pidió disculpas, ellos lo perdonaron y desde ese día fueron sus amigos.
Y el grillito aprendió a ser agradecido, a sonreírle a Dios y a la vida.