Mi esposa y yo no nos decimos
“Te quiero” todos los días, ni siquiera una vez al mes.
No envidio a las parejas que lo hacen,
pero creo que hay muchas maneras de expresar los sentimientos íntimos
sin tener que pronunciar regularmente esas dos palabras en el mismo orden.
Es perfectamente posible reproducir la quintaesencia de ese intercambio habitual —
“Te quiero” y “Yo también te quiero”— usando un lenguaje ligeramente distinto.
Nosotros, por ejemplo, preferimos decir
“Te arrepentirás cuando me muera” y “Ya lo sé”.
Lamentablemente, todavía no he leído nada que respalde mi opinión
sobre cómo mantener una relación conyugal feliz y saludable.
Todos los consejos que me han dado a lo largo de los años recalcan
la importancia de hacer un esfuerzo,
de expresar los sentimientos en voz alta y
de obligarse a uno mismo a superar la vergüenza de hacer por primera vez
algo que uno no acostumbra hacer.
Nos damos cuenta una y otra vez que se trata de una tarea difícil y agotadora.