Te regalo una estrella…, cualquiera…, la que elijas…: la que apenas se nota…o la que más destella…, esa que se desplaza…, o aquella que está fija…, ¡que sobre el cielo oscuro todas resultan bellas!
¿Que cómo las atrapo…? ¡Es que son tan coquetas!, -como lo han sido siempre las hermosas doncellas-: les gusta reflejarse en mi alma de poeta…, ¡y caen en mis redes de pescador de estrellas!
Y si acaso la aceptas, quisiera preguntarte, -si no soy indiscreto-: ¿…que es lo que harás con ella…? ¿Usarás sus destellos tal vez para "blindarte"…, para que nunca más el dolor te haga mella…?
¿La pondrás como un faro delante de tu paso, para que sus fulgores iluminen tu huella…? ¿O a lo mejor le pides que te recuerde, acaso, que sólo es el amor quien las heridas sella…?
Si tu me lo permites, yo te sugeriría que duermas cada noche abrazado con ella, y sin que te des cuenta, ha de llegar el día, ¡en que tu corazón se volverá una estrella!
Y entonces…, cuando apoyes sobre el pecho tus palmas, y le pidas consejo para seguir la huella, te llegarán mensajes a las playas del alma… ¡como aquellos que llegan dentro de una botella!
Y te hablará en silencio de tu Sagrado Hogar…, de por qué estás aquí…, de tu misión aquella…, de tu herencia divina…, tu origen estelar…, ¡porque todos venimos de lejanas estrellas!
Y sabrás, sin dudarlo, ¡que tú lo puedes todo!: desde afrontar tormentas de rayos y centellas, hasta hacer inclusive que en el medio del lodo, ¡florezcan los jardines de tus flores más bellas!
Ya lo ves…: no es tu "cumple"…, ni es "el día del amigo"…, ni celebras tampoco la graduación aquella…, pero de todos modos…, sin causa ni motivo…, porque sí, simplemente… ¡te regalo una estrella!