Y pasó mi letargo
para encontrarte nuevamente a ti
envolviendo mis emociones con tanta claridad
que en cascada
despertó el centro de mi piel mutilada.
Y tú siempre ahí desembocando
en mis retardadas e inútiles brazadas.
Pero sabes, yo no voy a dejarte esta vez
que nades mis olas suicidas, no voy a dejarte
que encuentres en el fondo de mi abismo
el dolor de mis pupilas,
el quebranto de mis infectas fibras.
Pero podemos hacer un trato:
Déjame vivir en el centro de tu pecho,
estaré en silencio, ¡lo juro!
¿Sabes? Hay algo que debía decirte:
Ya sé a dónde va mi vida,
Y hay una sola puerta que me llevará a mi destino:
tú.