Porque ya no percibo mis propias pulsaciones,
o si mis pies se mueven, si mi garganta grita,
ni siento más impulsos que mis contradicciones,
pienso que toda el alma se me quedó marchita.
En noches sin auroras convertiré mis días,
vagando en su penumbra ciega, amenazadora;
repoblaré de sombras desiertas galerías
que evacuó la esperanza, que la ilusión ignora.
Soy tenue voz al viento carente de sentido,
cerebro extenuado, desprovisto de ideas,
alguien que es solamente porque una vez ha sido,
mar inmovilizado, sin playas ni mareas.
Necesito soñarte, porque si no te sueño
ni descubro tu esencia ni me encuentro a mí mismo,
y el mundo circundante resulta tan pequeño,
tan falaz que no es mundo, tan sólo un espejismo.
Necesito soñarte, porque esa imagen leve
que se me cruza en sueños con su forma imprecisa,
es la única energía que me estimula y mueve,
el alma que se exhibe por lágrima o sonrisa.
Y te vivo al soñarte, y en ti misma me vivo,
soy porque eres, no tengo ni otra alma ni otra vida,
ni otro recuerdo tengo, ni tengo otro objetivo;
mi realidad subsiste sólo de ti vestida.
En las sombras del tiempo quizá otro te ha soñado,
y para él fueras alma, propósito e idea;
mas las almas transmigran, y ahora estás a mi lado,
y eres tú únicamente quien me ocupa y rodea.
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