Gracias a mi ser Crístico disfruto de comprensión espiritual.
Mi mente “sabe lo que sabe” a través de mis sentidos y experiencias. Reconozco que las decisiones prácticas pueden estar basadas en este conocimiento, mas tengo presente que la comprensión espiritual no es una función de la mente. La accedo cuando mantengo mi atención fervorosamente en la energía de mi corazón.
La comprensión espiritual me ofrece un sentimiento de seguridad y paz —un sentido de estar exactamente donde se supone que debo estar en un momento dado. La comprensión espiritual me guía cabalmente cada vez que tengo que tomar una decisión. El poder de Dios es mayor que cualquier circunstancia, y tengo fe en que Su poder me dirige hacia mi bien.
Clama a mí, y yo te responderé; te daré a conocer cosas grandes y maravillosas que tú no conoces. —Jeremías 33:3
Experimento unidad por medio del arte de la meditación.
Pablo Picasso dijo una vez: “El arte limpia el alma del polvo de la vida cotidiana”. Practico la meditación como una forma de arte que limpia el polvo de mi mente. Cuando medito en Dios, el momento presente me absorbe, tal como un artista absorto en su obra.
El arte de la meditación puede ser practicado en una multitud de maneras. Al tratar diferentes formas de meditación, desarrollo aquella que más me gusta. Puede que explore la meditación en el silencio o con música suave. Puedo practicar la meditación para centrar mi atención, enfocando mis pensamientos en una palabra o frase sagrada. Dicha práctica me permite estar plenamente consciente de mis sentidos y pensamientos en el momento presente. Experimento unidad por medio del arte de la meditación.
De mis labios brotará sabiduría; de mi corazón, sagaces reflexiones.—Salmo 49:3