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Pasaré
Pasaré, pasaré sin dejar huella, como en el aire un débil aleteo; como en el albo cielo, de la estrella el silencioso y suave parpadeo. Pasaré como mezcla que no fragua ni se convierte en forma definida, como la estela que dibuja el agua, como el vuelo sin tregua de la vida. Pasaré de los labios que pusieron un temblor de emoción en mis poemas de los ojos brillantes con gemas que alguna vez por mi se humedecieron. Pasaré de las frentes que creían recordar para siempre mis canciones, de las ávidas almas que acudían para mojar en mi sus corazones. Pasaré en el papel que se ha perdido, en el libro que roto se deshoja, y quedaré cegado en el olvido bajo un seco montón de tierra roja. Pasaré, pasaré como en un sueño que al despertar la mente no recuerda. En el violín se habrá roto una cuerda, y, ya inservible, cambiará de dueño. Y tu, que me comprendes y me amas; tú, que tienes hoy sed de lo que escribo; tu, que sin voz me buscas y me llamas con una fe que solo yo percibo, tu me habrás de olvidar, la ley es ésa, y al encontrar mis versos algún dia1 exclamarás con gesto de sorpresa: “¿De quien es esta pobre poesía?.
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