Mensaje dedicado al Amor en la Semana
de los Enamorados 14 de Febrero de 2000
Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos y
cualidades del hombre en un lugar de la tierra.
Cuando el Aburrimiento ya había bostezado por tercera vez,
la Locura, como siempre tan loca, les propuso:
- ¿Jugamos a las escondidas?
La Intriga levantó la ceja y la Curiosidad,
sin poder contenerse, preguntó:
- ¿A las escondidas? ¿Y cómo es eso?
- Es un juego - explicó la Locura - en el que yo me tapo
la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras
ustedes se esconden. Cuando yo haya terminado de contar,
el primero al que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El Entusiasmo bailó secundado por la Euforia. La Alegría dio tantos
saltos que terminó por convencer a la Apatía, a la que nunca
le interesaba nada. La Soberbia opinó que era un juego muy
tonto (en el fondo, lo que le molestaba era que la idea no
hubiese sido de ella) y la Cobardía prefirió no arriesgarse.
- Uno... dos... tres... cuatro... - empezó a contar la Locura.
La primera en esconderse fue la Pereza, que, como siempre,
se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La Fe subió hasta los cielos, y la Envidia se escondió tras
la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había
logrado subir a la copa del árbol más alto.
La Generosidad casi ni alcanzaba a esconderse, pues cada
sitio que hallaba le parecía maravilloso para algunos de sus amigos.
Si era un lago cristalino, ideal para la Belleza.
Si era la rendija de un árbol, perfecto para la Timidez.
Si era una ráfaga de viento, magnífico para la Libertad.
Así terminó por ocultarse en un rayito de sol.
El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno
desde el principio, ventilado, cómodo, pero sólo para él.
La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira,
en realidad se escondió detrás del arco iris) y la Pasión y
el Deseo en el centro de los volcanes.
El Olvido no recuerdo donde se escondió, pero eso no es importante.
Cuando la Locura estaba por el 999.999, el Amor aún no
había encontrado sitio para esconderse, pues todos estaban ocupados...
hasta que divisó una rosa y, enternecido, decidió esconderse entre sus pétalos.
- Un millón - contó la Locura, y comenzó a buscar.
La primera en aparecer fue la Pereza, sólo a tres pasos de una piedra.
Después se escuchó a la Fe discutiendo con Dios en
el cielo sobre la zoología. Sintió vibrar a la Pasión y
al Deseo en el centro de los volcanes.
En un descuido encontró a la Envidia y claramente pudo deducir
dónde estaba el Triunfo. Al Egoismo ni tuvo que buscarlo,
él solito salió disparado de su escondite... que había resultado
ser un nido de avispas. De tanto caminar le dio sed, y al acercarse
al lago cristalino descubrió a la Belleza. Con la Duda resultó
mucho más fácil aún, pues la encontró sentada sobre
una cerca sin saber de qué lado esconderse.
Así fue encontrando a todos. Al Talento entre la hierba fresca, a
la Angustia en una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco
iris (mentira, estaba en el fondo de los océanos), y hasta
al Olvido, quien ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.
Sólo faltaba el Amor. No aparecía por ningún lado. La Locura buscó
detrás de cada árbol, bajó a cada arroyuelo del planeta,
subió a las cimas de las montañas...
Cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal,
tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas.
De pronto se escuchó un doloroso grito.
Las espinas habían herido al Amor en sus ojos. La Locura no sabía
cómo hacer para disculparse, lloró, imploró, suplicó, rogó, pidió
perdón y hasta prometió ser su lazarillo, pues ya el Amor no volveria a ver.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas,
el Amor es ciego y la Locura lo acompaña.
Autor desconocido