La soledad no es que no haya nadie. La soledad es ir acompañado
por la calle, ver algo que nos llama la atención y saber que uno
no puede comentarlo, porque al que viene al lado no le importa, o no
escucha, o se encoge de hombros, o mira y ni siquiera se encoge de hombros.
La soledad es oír que pasan por la radio aquella vieja melodía
que nos eriza la piel y nos vuelve de dieciocho años los recuerdos
... salir corriendo para decirle: "Vení... vení a escuchar..." y que él
responda ya voy... y cuando llega al cuarto o a la cocina o al living,
allí donde lo espera tu corazón y tu impaciencia, el locutor esté
diciendo: "La melodía que acabamos de escuchar era..."
La soledad es que él haya regresado a casa, y en vez de quedarse con
vos en la cocina mientras freís las milanesas, se vaya a leer el diario
o a mirar el noticiero de T.V. Y es que se olvide de que antes de irse a trabajar,
a la mañana, quedaron en ir al cine por la noche y al llegar
por la noche se quite los zapatos, la corbata y el saco y no mencione
ni por casualidad la invitación.
La soledad es estar esperando, aunque el que esperemos esté junto a nosotros...
junto, al lado... pero no CON NOSOTROS.
Oyéndonos, no escuchándonos. Mirándonos, pero no viéndonos.
Estando... no acompañando, ni participando, ni tratando de entender.
La soledad es querer gritar que aquí, dentro del pecho, se revuelve
un dolor formado por silencios, llantos disimulados, preguntas sin
respuesta. Es que no podamos decir que nos va mal, pero que tampoco
podamos decir que hay una luz de entusiasmo y de ganas en
nuestra vida.
ES RESIGNARSE que los demás lo vean a uno como apacible
y dulce. Que piensen que esa apariencia es producto de una
maravillosa paz interior, de una sabiduría que los años han ido
dejando lujosamente en nuestro ser.
La soledad es empezar a decir: "Me da lo mismo", o :
"No te preocupes...", cuando quisiéramos gritar:
"DEBE SER HOY Y AHORA", "QUIERO IR...
QUIERO HACER... QUIERO VER...
QUIERO HABLAR": "Dios mío, quiero hablar."
Hablar y hablar hasta decirlo todo, hasta sacarnos de adentro
todas las palabras que el miedo y la tristeza y el desgano han ido
amontonando y mutilando y nos pesan como si fueran bloques
de granito...
La soledad es saber que la piedad de los demás no existe, que la
infelicidad les causa espanto y miedo porque temen que sea
contagiosa... es saber que para estar acompañados hay que bañarse,
hay que peinarse bien, vestirse cuidadosamente y parecer
totalmente despreocupados y dichosos, sin necesidades
apremiantes, sin problemas... y sin que nadie, nadie se de
cuenta que estás solo.
Poldy Bird