Quién no se siente agradecido por las cosas buenas que tiene,
tampoco se sentirá satisfecho con las cosas que desearía tener.
El que no aprende el idioma de la gratitud no podrá dialogar
con la felicidad.
La felicidad empieza cuando uno deja
de lamentarse por los problemas que tiene,
y agradece por los problemas que no tiene.
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