Yo ya tuve mis días de gloria humanamente hablando, donde mi mayor placer era pagar el cafecito de todos, donde mi mayor satisfacción era quedarse de manos extendidas para quien lo necesitaba, y mi mayor alegría era poder regalar a los amigos con lo mejor que tenía.
Me asegura en muchas amistades, después de todo, yo estaba en mi "mejor momento" y tenía lo que ofrecer. No me arrepiento de esto, no me arrepiento de haber ayudado a alguien o de haber hecho el bien, sólo me arrepiento de no haber mirado para vivir con más cautela, y de no haber escuchado la voz del Señor cuando muchas veces él intentó decirme: Vigía , hay lobos vestidos de ovejas, hay aquellos que te aman y hay aquellos que sólo arrastran la sonrisa para ti por interés.
Hay aquellos que van contigo hasta el final, en la alegría o en la tristeza, pero también hay aquellos que soltar tu mano cuando estás de nariz en el suelo, sin nada, sólo con un corazón herido necesitando un hombro amigo. La gente se equivoca por no creer que el mal existe y desgraciadamente la gente rompe la cara por pensar que gente mala y sin amor no existe.
Cuando me vi en un callejón sin salida, me vi abandonada por muchos que un día yo dediqué mi tiempo, mi respeto y cuidado. La gente no se imagina que el otro día un viento fuerte puede soplar, ni espera que el techo caiga sobre nuestra cabeza, y cuando esto sucede es como si todo lo que construyamos desmoronara en nosotros y nos enterrara vivos sin derecho a un solo grito, sólo un dolor inexplicable en el alma.
Hoy sé lo que es caer, y lo que es levantarse sin mirar atrás, pero primero necesité aprender que en esta vida no podemos contar con todos, y el único que no nos deja sólo en ninguna hipótesis es Dios. Aprendí también que para seguir adelante es necesario dejar atrás lo que no fue bueno, y perdonar a quien poco se importó.
Además de aprender todo esto, estoy creciendo día tras día y reconstruyendo poco a poco. Los errores de ayer no cometo más. Las caídas, por más dadas que sean, también son reveladoras y muchas veces necesarias. Pero esto, sólo entenderemos en el proceso de curación y en el camino de los reanudamientos brillantes.
Cecilia Sfalsin