NUNCA SE ES DEMASIADO VIEJO
Nunca se es demasiado viejo para amar.
Desde que dejamos de ser adolescentes, nunca es demasiado agradable cumplir años.
Quizás nuestras propias actitudes frente a envejecer nos convierten en aprensivos.
Creo que no tememos a la vejez o la muerte sino la posibilidad de sentirnos solos y sin afectos.
Tememos que llegue el día en que los que amamos dejen de planear junto a nosotros y comiencen a planear para nosotros.
La caída del cabello, la piel arrugada y el caminar lento no son las verdaderas razones por las que tememos la vejez,
más precisamente, se trata de la posibilidad de perder el amor.
La vejez no necesita ser un almohadón lleno de recuerdos sobre el que descansamos en el ocaso de una vida plena.
Seguiremos siendo personas capaces de ser amadas, con las mismas necesidades de siempre, aunque l
a coraza exterior demuestre lo contrario.
Necesitaremos amar y ser amados hasta el día de la muerte.