La vida se desenvuelve a medida que los niños pasan por etapas de crecimiento para llegar a ser adultos. Sin embargo, el crecimiento continúa a lo largo de la vida adulta. Continuamos aumentando nuestro conocimiento en asuntos tanto cotidianos como nuevos. Somos revitalizados continuamente por medio de un proceso constante de renovación en el que células nuevas reemplazan a aquellas que han completado su trabajo.

Puede que conozcamos solo una pequeña porción de los detalles del plan divino; sin embargo, al orar y meditar, establecemos un vínculo vital con él. En esta conciencia descansamos, llenando nuestra mente con afirmaciones de curación.

El líder del Nuevo Pensamiento Emmet Fox dijo: “Tenemos la clave para la vida, y esa clave es que la vida es un estado de conciencia”. Él continuó diciendo: “La palabra creativa es YO SOY. Es el secreto de la vida”.

¡Qué emocionante es saber que tengo la clave de la vida gracias a mi conciencia y al poder creativo de mis palabras! Lo que mantenga en mi mente, cualquier pensamiento que vincule con mi naturaleza divina, eso demostraré en mi vida. Cuando conecto mi conciencia con el YO SOY, el poder divino en mí, utilizo el proceso creativo para manifestar el bien que deseo. En la conciencia-Dios, estoy continuamente consciente de mi poder divino. Afirmo mi verdad: Yo soy sabio. Yo soy sano. Yo soy amor. Yo soy valioso. Yo soy bueno.

Los ruidos surgen constantemente a mi alrededor: conversaciones, música, programas de televisión. Si estoy afuera, puede que oiga a los pájaros trinar, al viento soplar entre los árboles y a los niños jugar.

Cualquier sonido que oiga a mi alrededor, siempre hay otro que tomar en consideración: La voz en mí. La guía divina, mi voz interna, me brinda la comprensión de la dirección que he de tomar. Si enfrento un reto de salud, escucho mi voz interna y recibo la seguridad de que soy una creación divina, llena de vida y energía renovadoras. Si me preocupan las finanzas, permanezco atento a las ideas divinas que me proporcionarán una nueva prosperidad. Con cada pregunta de mi corazón, escucho y recibo la seguridad de que el bien del universo es mío.

Una definición de la palabra apreciar es “aumentar en valor”. Cuando demuestro aprecio por un acontecimiento específico en mi día, su valor ante mis ojos aumenta. Al hacer del aprecio una práctica, creo un banco en el cual deposito mis buenos pensamientos y mis bendiciones.

Si me encuentro en un tiempo de mi vida en el que necesito aliento espiritual, reflexiono acerca de mis bendiciones y recuerdo el bien en mi vida. Al descansar de noche, tomo un momento para recordar los acontecimientos del día. Traigo a la mente aquellas cosas que tuvieron un significado especial y digo una oración de gratitud por cada una.

Mi aprecio suscita un sentimiento de dicha que me bendice continuamente. Doy gracias por el bien en aumento que disfruto en mi vida.

A veces, puede que enfoque mi atención en una situación con miedo o incertidumbre. Mi respiración y el latido de mi corazón pueden verse afectados de manera adversa por la negatividad de mi enfoque.

Esto sucede porque mi cuerpo responde según los pensamientos que tengo en mi mente. Así que comienzo mi día afirmando: La sabiduría divina es mi brújula. Establezco la intención de enfocar mi atención en la presencia de Dios expresándose en mí, en toda expresión de vida y en toda situación. Estoy vivo con vida divina.

Estoy conectado a la sabiduría infinita que me faculta para pensar, sentir y actuar de maneras positivas. Vivo con la atención centrada en la vida divina en mí. Tengo una visión clara de lo que es ahora y de lo que es posible.