Blando
Suave al tacto, flexible, sin arista,
sobre cuyo ámbito gentil me afano,
de inicio con los dedos, con la mano,
con fina exquisitez de ceramista.
Cada relieve objeto de la vista
antes de cada roce, te engalano
de invisible atavío cortesano,
nueva piel que con la otra coexista.
Este exclusivo, cálido momento
de tu quietud, es ráfaga de viento
a que te rindes, y te envuelve entera.
Es tu hora, es mi hora, ambas dispares,
e iguales a la vez, tan familiares;
y el pulso de mis venas se acelera.
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