Quiéreme, no importa que el futuro baile sobre una navaja.
No importa que esa navaja esté en mis manos.
Quiéreme, no importan las sonrisas censuradas,
mucho menos si esas sonrisas son causales de mis tristezas.
Quiéreme bajo el neón de las pesadillas,
entre las luces de mis insomnios.
Quiéreme a través del tiempo que ha matado mi inocencia,
esa virtud que hoy es mi mortaja.
Quiéreme sin aves, sin lunas, sin besos con gusto a miel.
Quiéreme sin poemas, sin rosas, sin sábanas al unísono.
Quiéreme desde lejos, cerca del misterio,
al lado de la incertidumbre.
Quiéreme para quererte impura, para no atarte
a la costumbre de un romancede domingo,
para no rezar las oraciones que otros rezan.
Quiéreme con los dedos llenos de espinas,
pues mi piel está desgarrada por las uñas de la libertad.