Somos ese quiero y no puedo, ese quizás al que nunca llegamos; ese acariciar con las manos sin poder nunca sujetar, esa sombra que entre nosotros formamos hasta llegarnos a separar.
Para convertirnos en dos desconocidos, en dos cuerpos errantes y perdidos que navegan por el mar de las almas muertas sin saber, para salir, cual es la puerta.
Cuencas de ojos vacíos en cuerpos que emiten del frío su hálito; mirada perdida en un infinito donde nada quedó escrito.
Esperanza muerta de tiempos mejores, donde no aprieten tanto los dolores que produce tu falta y tu ausencia, robándole a la vida su esencia y haciendo de mi pobre existencia la peor de las vivencias…