Las ilusiones pueden llegar a doler...
Si en tu vida tienes ilusiones y crees firmemente en ellas, llegan a apoderarse de ti, forman una gran parte de tu existencia y crecen contigo. Aunque nunca te des cuenta de que son sólo un camino que crees te traerá felicidad a través del tiempo, sigues ilusionada, pensando que el día de mañana pueden llegar a cumplirse. Y vives, sin darte cuenta, atada y feliz con ellas porque piensas que pueden tapar, esconder todo lo que te ha faltado.
Todo lo que ansiaste, todo lo que construíste siempre guiada por la esperanza de que habría un mañana mejor, un mañana en que esas ilusiones colmarían tu corazón hasta hacerlo explotar de gozo, de percibir que todo lo que ansiaste se cumpliría y podrías, finalmente, ser dichosa, ser feliz... todo ello se diluyó, se perdió en la oscuridad incomprensible de la vida...
Pero la vida es, muchas veces, cruel: en un momento desarma eso en lo que creías tan firmemente, te deja vacía, te das cuenta de que fue una utopía de tu alma sedienta, de tu corazón inquieto, esperanzado, equivocado...
Y no es fácil olvidarlas. Están tan arraigadas en tu ser, porque han sido producto de muchos años de espera, de confianza, de dar amor a manos llenas sin que se note... y ahora, al final de la vida tienes que hacer un esfuerzo y pisar firme sobre la realidad castradora, sobre los años que no pasaron sólo para ti sino también para los que amas... para los que, a pesar de ese amor, nunca pudieron comprender lo tuyo. Y no los culpo: no todas las personas sentimos de la misma manera y yo me considero un ser diferente... desgraciadamente diferente... ¡Hay tantas cosas que no comprendo...!
Y ya, a esta altura de mi vida y la de ellos, esa comprensión ansiada nunca llegará...
¿Continuará...? No lo sé...
Graciela Briglia