Llega un día en que entendemos los signos, entendemos la apariencia y cada toque tiene más que decir que mil palabras. Aprendimos que el corazón no es parte de una victoria de una noche, es un regalo que puedes tener para toda la vida. Aprendimos que ninguna pasión es un patio de recreo, no te encanta jugar. Llega un día en que el cuerpo, el alma y el corazón definitivamente se encuentran, se reconocen y comienzan a caminar juntos por historias que aún no se han contado, tanto amor por hacer, tanto agua por la boca aún por sentir y millones de versos y vive para compartir. Llega el día en que aprendemos a ver la belleza de la vida misma con ojos de felicidad. Descubrimos que la felicidad no necesita mucho para ser feliz. Se siente paz invadir nuestra carne a través de la piel. Es sentir la armonía que tenemos con un mundo mejor que venimos a ver. Es creer tener. Llega un día en que simplemente nos miramos en el espejo, des construimos el pasado, volvemos a montar el futuro, volvemos a pintar nuestra existencia y descubrimos que finalmente estamos volviendo a aprender a vivir.
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