Escucha a los demás.
Otros pueden tener lo que te falta en este momento.
Una palabra amigable, un consejo, una advertencia, una voz
o un golpe pueden ser lo que más necesitas
para comprender esto o aquello.
Dios puede hablarte a través de una persona que
te aprecia, un compañero de trabajo, un pariente
o incluso alguien que pasa por la calle.
Analiza lo que otros te dicen.
Pueden alertarte u ofrecerte una solución.
Cuando alguien te dice algo,
con buena intención, es Dios quien está hablando
LOURIVAL LOPES