Deja que palpite
Permítete a ti mismo. Deja que entre tu tristeza, tira de la silla y siéntate a tu lado. Por dentro. Con el grito correcto, con los sollozos pidiendo su atención. Dejando fluir todas las lágrimas, la cascada de penas se desvanece, lavando tu camino hacia el nuevo comienzo que quiere volar en tus alas.
Permítete a ti mismo. Deja entrar la ira, entrégale el palo, déjalo gritar, aullar, hasta que pierda su dirección. Dale el movimiento correcto: salta, corre, muévete y respira cada paso que golpea el piso, luego relájate y da una gran sonrisa de alivio en tu corazón.
Permítete a ti mismo. Deja que entre el miedo, tiembla, corre, duele. Él puede ser tu amigo si tratas de entenderlo. No hay por qué avergonzarse de él, guarda secretos que, si se lo permiten, pueden iluminarlo. Deja que palpite, que exista, porque es a partir de él que puede surgir el coraje.
Permítete a ti mismo. Aprende también a celebrar la alegría, abre la puerta y baila con ella. Gira en el aire como si te hubieran hecho bailar. Gira, gira, siente la ligereza que vibra y canta en tu corazón.
Permítete a ti mismo. Deja que la vulnerabilidad de tus emociones te hable. Extiende tu hombro amigo. Dales su atención, celebra cada uno dándoles su permiso. Ten cuidado de no darles un portazo en la cara, escuchar lo que tienen que decir o simplemente dejar que existan. Déjalo salir, ahógalo, llora si lo necesitas. Cuando cerramos la puerta frente a las emociones, se estancan, bloqueando la puerta, impidiendo la entrada de muchas bendiciones. Cuando nos permitimos sentir, estamos aprendiendo de la vida a fluir.
Pon tu mejor energía en algo en lo que creas, acepta sentir lo mejor que te ofrece el destino. Ejercita la gentileza, la amabilidad, la amabilidad en el dicho, la dulzura en las palabras, ajusta tu tono de voz, trata a los demás como un espejo, para que todo vuelva a ti. Que las dificultades sean menos dolorosas, que las penas se vuelvan más fugaces, que las lágrimas se sequen con el viento y nunca regresen. Escucha esa canción rockera, sonríe a nada, ríete de todo, confía verdaderamente en que el amor está en el aire. ¡La vida pasa tan rápido que es mejor amar sin piedad! Para hacerlo, fomenta el pensamiento positivo, refleja repetidamente tu mayor deseo mentalmente, cumple tu mayor anhelo dentro de ti mismo. Las buenas energías atraen cosas mejores. Que tengas un buen día, una buena tarde, una buena noche. Haz el bien. Respira intensamente y tira tu trauma, tus heridas. Apuesta todo a tus mejores sueños. Imagínate en ellos. Sueña despierto. Repite hasta que funcione! Siempre en mente, siempre en cara, siempre por delante!
Meire Oliveira
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