Un gran sentido de libertad surge de la conciencia de que yo soy un ser espiritual. Si no me siento conectado con mi naturaleza espiritual debido al estrés proveniente de mi profesión, finanzas, salud o relaciones personales, tomo un momento para reflexionar y recordar que Dios es mi fortaleza ante cualquier circunstancia. Libero la ansiedad según entrego mis preocupaciones a Dios.
Al hacerlo, la tensión deja mi cuerpo y mi mente y puedo respirar profunda y sosegadamente. Con cada aliento, mi fe crece. Dios es mi ayuda constante, dondequiera que esté y sin importar el reto. Cuando dejo ir y permito que Dios sea Dios en mí, mi corazón se expande. Con un enfoque nuevo, bendigo al mundo. Disfruto de libertad, una mente creativa y amor.