La tristeza...
Nunca deseé estar triste...
no, nunca busqué la tristeza,
pero llegó, Graciela, y no te fuiste,
la esperaste, la escuchaste,
sin querer, en ti, la cobijaste.
Uno amó la alegría,
uno quiso ser feliz,
uno llorar no quería...
pero pudo más la agonía
y mi corazón tuvo un desliz.
¿Por qué es tan fuerte este sentimiento?
¿Por qué los agobios acaparan mi ser?
Mi mente no quiere ver
pero el dolor que siento
es más fuerte y es más lento.
Camina despacio dentro de mi alma,
y yo acompaño su recorrido,
no quiere llegar la calma,
la resignación, el olvido,
la felicidad, creo, se ha ido...
Es lacerante esta herida,
está abierta y sangra,
es como un torrente de vida
que se apaga, que se extingue,
que te exige, que te manda...
Yo no quiero, no, no quiero,
pero es más poderosa que mis ansias,
es castigo, es rencor, y yo, sin pensarlo,
me martirizo, me hundo, me hiero,
cavo mi fosa y me muero...
Me muero de angustia, de soledad, de pena...
nada me saca de esta condena,
estoy vencida, agotada, sin ganas
de pelearle a la vida, de sentir lo que antes sentía,
de amar lo que siempre feliz me hacía...
Autora: Graciela O.B.