Para surgir y para crecer, para nacer y para vivir, para amar y para servir…
Quizás la vida no es mas que eso: una constante lección de paciencia. Pobre de aquel que se revela y cree que con gritos y quejas va a cambiar lo inevitable
Hay realidades que si podemos transformar, pero la única aliada ante tantos hechos es una amiga llamada paciencia.
Un valor que se afianza cuando somos realistas, cuando somos creyentes y cuando actuamos con humanismo
Después de Dios, que a diario es paciente con nuestros errores, la mejor maestra de esta virtud es la naturaleza.
Ella nos enseña a avanzar paso a paso, a esperar la marea alta después de la marea baja y a dejar que transcurra el tiempo entre la siembra y la cosecha.
Saber vivir es aprender a ser pacientes y tolerantes con nosotros mismos y con los demás sin caer en la pasiva resignación. Saber vivir es darle tiempo al tiempo, convencidos de que ninguna planta crece cuando la halamos y que cada día tiene su propio afán.
TODO LLEGA A QUIEN SABE ESPERAR . . .
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