Un cuentito para nuestros niños...
DOÑA CONEJA Y COLORÍN
Mamá coneja, recogía las zanahorias del huerto y las echaba en su cestita.
Camino de casa se encontró con Colorín que era un pajarito de brillantes colores.
¡Buenos días Colorín!, dijo Doña Coneja.
¡Si, si buenos días¡, Colorín dio un traspiés y se lanzó sobre la cestita de la coneja y se le quedó una zanahoria pegada en la nariz, parecía como si de repente se hubiera convertido en un pájaro-zanahoria.
Ja, ja, ja rió Doña Coneja. ¡Qué raro estás! Pero colorín se enfadó un poco porque pensaba que se estaba riendo de él.
Doña coneja le explicó que no pretendía burlarse de él sino que era muy divertido verlo con esa nariz tan grande que se le había puesto.
Colorín se miró y remiró y la verdad que a él también le hacía gracia verse así.
Se miraron los dos y volvieron a reír.
Colorín ayudó a Doña Coneja a recoger zanahorias después de librarse de la que tenía en el pico.
La acompañó hasta su madriguera y luego se fue.
Al caer la tarde Colorín salió a dar un paseo por el bosque pues la tarde era muy agradable y no hacía frío.
De repente vio que algo se movía en los matorrales y se oían unos gemidos extraños.
¡Me acercaré a ver!.se dijo:
Vio dos enormes orejas sobresaliendo de la maleza, y le resultaron conocidas, en efecto eran de Doña Coneja, que había resbalado y se había caído en un pequeño pozo que había cerca de un riachuelo. Tenía cubierta la cara con un espesa masa y parecía una estatua de barro. Su lindo cuerpecito blanco estaba ahora cubierto por una pastosa capa de lodo.
Colorín, empezó a reir, sin parar, ja, ja , ja,.
¡Pues yo no veo la gracia, dijo la coneja!. ¡Estás muy divertida!, respondió Colorín.
¡No me estoy burlando de ti, no te enfades, me río porque estás graciosa!.
¡No, no y no , se que te burlas de mí, no eres un buen amigo!.
Esta mañana me dijiste que no me enfadara y yo lo entendí y no me enfadé. Ahora tú debes hacer lo mismo.
Colorín continuó diciendo:
Si haces bromas o te ríes con los demás, también debes saber reírte de tus propias gracias.
Doña Coneja después de quedarse un rato pensativa, se dio cuenta de que Colorín tenía razón, hay que saber disfrutar de las bromas graciosas de los demás y nuestras propias bromas pero siempre cuando se hacen con buen corazón y no las bromas pesadas que pueden hacernos daño.
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