Dormidos los relojes. Me impregnaba con ella de la vida, abismado en su fondo convulsivo. El tiempo, tan trivial, tan fugitivo, devino consistencia estremecida.
Dormidos los relojes, consumida la hora final, el ímpetu festivo cobrá carácter de oleaje vivo, marea azul de eternidad vestida.
En nuestro radical vocabulario, perdiá significado el arbitrario sentido de orfandad, adiós, mañana.
Aquel intenso, inagotable instante, sin umbral, sin ocaso, era el semblante de nuestra propia infinitud humana. Los Angeles, 3 de octubre de 2011
Francisco Alvarez Hidalgo.
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Muy buenos días y heladores, madre mía que frio hace,
puede ser que me voy haciendo mayor y lo aguanto menos,
yo creo que es eso. En fin, es lo normal en estas fechas,
ya se sabe que estamos en invierno y es normal, espero
pasen un lindo día y una buena semana.
Zara
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