Todos nosotros hemos pasado muchos días o semanas,
sin recibir ningún gesto de cariño del prójimo. Son momentos difíciles, cuando el calor humano desaparece
y la vida se reduce a un arduo esfuerzo por sobrevivir.
En esos momentos en que el fuego ajeno no le da calor a nuestra alma, debemos revisar nuestro propio hogar.
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