La pérdida de un ser querido es una situación por la que muchos hemos atravesado o atravesaremos a lo largo de nuestras vidas. Si bien es una de las transiciones normales y naturales de la vida, no sabemos si por lo inesperado o impensado, nos deja en una situación de estupor, aturdidos, y sin palabras que nos permita describir o expresar nuestras sensaciones y sentimientos. Nos apegamos a seres queridos que nos acompañan, nos complementan y terminan siendo partes nuestras. Toleramos su ausencia, si sabemos que ésta no es duradera y que a pesar de la distancia, podremos recuperarlo, pero si tenemos que confrontarnos con la irreversibilidad de la muerte, entonces, ya nada nos consuela, y la angustia y el miedo, se transforman en nuestra diaria compañía. ¿Será por eso que la perdida de un ser amado nos hiere haciéndonos sentir un dolor insoportable, como si nos hubieran arrancado una parte vital de nosotros mismos?
En este trance se resquebraja nuestro mundo, lo que era hasta ese momento, ahora ya no lo es más, perdemos el timón de nuestro barco, no sabemos cómo ni para dónde seguir. Nuestra vida pierde sentido y muchas veces anhelamos la muerte como única salvación, en una fantasía loca y desesperada de reunión con ese ser querido en algún otro mundo.
Nos duele el cuerpo y el alma, nada nos calma, la tristeza y el anhelo de recuperar lo perdido, nos agota, nos abocamos en una búsqueda sin fin. Nuestras cabeza trabaja a un ritmo alocada en su intento de encontrar respuestas a tantos interrogantes, pero como un disco rayado, se repiten escenas, se reviven recuerdos en un intento de recuperar a ese otro aunque sea a través de la memoria.
Nuestras lágrimas se transforman en el mejor modo de sintetizar el desasosiego, el vacío y el miedo de tener que enfrentar el mundo sin ese otro. La culpa de no haber podido evitar de algún modo la muerte, y tener que lidiar con ella ahora, nos deja impotentes y nos hace sentir que ya no podremos nada.
¿Cómo poder frente a una realidad tan devastadora, encontrar a esta altura algún camino con salida? Quizás éste constituya el gran desafío, si bien frenar y evitar todas estas emociones, es una actitud frecuente a la hora de mitigar el dolor del duelo, es necesario la creación de estrategias de afrontamiento que permitan un buen drenaje emocional, transformando al duelo en un trabajo activo que lo convierta en una oportunidad para el crecimiento y el cambio.
"En la mitad del invierno, reconocí finalmente que había en mí un invencible verano " (Albert Camus)
Y UNO APRENDE
Y uno aprende...
después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma.
Y uno aprende
que el amor
no significa recostarse
y una compañía,
no significa seguridad.
Y uno empieza a aprender….
que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas
y que uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno del mañana
es demasiado inseguro para planes…..
y los futuros tienen una forma
de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende
que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno aprende
que alguien le traiga flores.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar
que alguien le traiga flores.
Y uno aprende...
que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
y que con cada adiós uno aprende.
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