Apagué el móvil y el ordenador, me puse preciosa para mí, me perfumé con la mejor esencia de flores, me puse mi vestido preferido, me di la mano y me saqué a bailar mi música preferida. Luego me llevé a cenar una deliciosa comida, me invité al helado más rico y me llevé de la mano a ver la puesta de Sol. Allí, bajo la bóveda celeste, me recité el más excelso poema de Amor, me canté con toda la dulzura del mundo y me abracé con ternura bajo la luz de la Luna. Y mirando al cielo, de repente, vi que una estrellita muy brillante me guiñaba el ojo y me decía titilando bajito: " Bien hija, vas aprendiendo".
De mi tercer libro "PoeMagia"
Ada Luz Marquez
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