LA MAGNITUD DE UNA MIRADA
Cuántas veces observé esas miradas,
se dicen cuanto sienten y no se percibe nada,
complicidad en ellas,
se encuentran y se comprenden aunque callen.
Ellas se cruzan y van al corazón,
vuelven cargadas de emociones que están
dentro del alma.
Otras, embelesados fijamente se quedan
e ignoran todo lo que le envuelven.
Cuando se ama
la mirada no miente,
sí las palabras.
Otras veces se cruzan
algo pícaras y con risas,
solo ellos saben lo que quieren decirse
y no comprende nadie.
Cuando se quiere
no hace falta palabras para entenderse.
La mirada siempre es sincera,
sale del alma,
llega cuando menos se espera
y sin saber cómo,
perfora las entrañas y ahí se quedan.
Sintiendo y deseando tocar sus manos,
sus mejillas, sus labios, todo su cuerpo,
las miradas conllevan estos deseos,
que poco a poco en el corazón se alojan,
pueden ser para siempre, según lo dicte el alma.
16/5/10 Inés Mª Díaz