Hierro (I)
Ven a mi hierro, que por ti se ablanda,
a golpes moldeado, bajo el fuego.
A tus curvas me adapto, a ti me apego,
mi voz, requerimiento, no demanda.
Cuanto más en mi espíritu se agranda
la sed de ti, mayor es mi despego
de los demás metales. Mi sosiego
radica en ti, entre sábanas de holanda.
Tan ostentoso el oro en su indiscreta
brillantez, y la plata tan coqueta,
en ansiedad de halago y devaneo.
Yo te ofrezco firmeza y energía,
hermanas de la llama que envolvía
mi forma tiempo atrás. Y mi deseo.
Los Angeles, 14 de diciembre de 2011
Francisco Alvarez Hidalgo.
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