Reconocemos el orden divino cuando vemos que una semilla germina. Algo maravilloso ha sucedido a un micronivel. La semilla respondió a la tierra y creció. El patrón en la semilla, el retoño y la planta fue ordenado de manera divina.
Soy como una semilla que germina y crece, y me convierto en todo lo que puedo ser. El orden divino ha estado activo en mi vida desde el día en que nací. Percibo su evidencia cuando experimento nueva comprensión espiritual, logro una meta nueva o me encuentro en el lugar correcto en el momento correcto. Mi fortuna es grande. Mi corazón rebosa. Todo está en orden divino.
El reino de Dios es como cuando un hombre arroja semilla sobre la tierra: ya sea que él duerma o esté despierto, de día y de noche la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo.—Marcos 4:26-27