Me
doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad,
presiones o violencia. No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la
violencia aunque vengan de mis padres, o de mi marido, o mujer. Ni de
mis hijos, ni de mi jefe, ni de nadie. Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida.
Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.
Me
doy permiso para no obligarme a ser "el alma de la fiesta", el que pone
el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor
humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver
conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan. No he nacido
para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he
nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
Mi
propia existencia, mi ser; ya es valioso. Si quieren continuar a mi
lado deben aprender a valorarme. Mi presencia ya es suficiente; no he
de agotarme haciendo más.
Me doy permiso para no tolerar
exigencias desproporcionadas en el trabajo. No voy a cargar con
responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a
desentenderse. Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas ajenas.
Más vale lo bueno que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está por conocer. Voy a explorar sin angustia.
Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente. No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.
Asumo
plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a
no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites
y barreras a algunas personas sin sentirme culpable. No he nacido para ser la víctima de nadie.
Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros. Me
permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una
palabra amable o un gesto de consideración. Me afirmo como una persona
no adicta a la angustia. Soy yo quien me valoro, me acepto y me
aprecio. No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior.
Y no espero encerrado o recluido en casa, ni en un pequeño círculo de
personas de las que depender.
Empiezo por reconocer mis valores. Y el resto vendrá solo. No espero de fuera.
Me
doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida: no
necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película
de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas. Decido no
intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer
saberlo todo. Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en
casi todo.
Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida
que mi cuerpo y mi mente pueden asimiliar con un ritmo tranquilo.
Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más
que suficiente. Y aún sobra.
Me doy permiso para ser inmune a
los elogios o alabanzas desmesurados: las personas que se exceden en
consideración resultan abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir
mucho más a cambio. Prefiero las relaciones menos densas. Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesibas. No entro en su juego.
Me
doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me
impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan que me
disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Si
intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no
quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es
sencillo y liberador acostumbrarse a decir "no".
Elijo lo que me
da salud y vitalidad. Me hago más fuerte y más sereno cuando mis
decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero o no
quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros. No me
justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo
estoy; si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio
sentirse feliz, yo estaré como estaré.
Me permito estar tal como
me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los
que me rodean: lo "normal" y lo "anormal" en mis estados emocionales lo
establezco yo.