XXII
Te sentiste morir como una flor ajada entre los hastíos de las graves monotonías porque yo no estaba.
Y una voz plausible agitó tu calma, llenaste tus vacíos entre sus brazos, embriagándote de sus melifluas caricias, entre sus besos y la hiel de su saliva.
Ahora que mi alma peregrina vuelve con el deseo de hospedarse en tu regazo encuentro mi cama ocupada, otro cuerpo se mece entre las sábanas.
Nada te reprocho amada mía, volaré entre mares de silencio buscando nuevos cobijos que me acunen entre sus muslos.
XXIII
Larga se hizo la noche de tu ausencia. Te esperé hasta desangrar mis lágrimas con tu recuerdo. Al ahuyentar mis fantasmas mis pasos cansinos le arrojaron al asfalto camine entre sollozos. Solos mi soledad tu recuerdo y yo te buscando sin encontrarte. Hoy recibo un sobre sin remitente y dentro la foto del delito tú en los brazos de otro hombre. Otra besando tus ingles, otras manos acariciando tus nalgas, otro cuerpo penetrando en tu cuerpo y yo, mientras, muriendo de frío. A/D
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