No sólo eres mi hombre, eres mi músculo, la otra mitad de mi cuerpo, la fuerza que me protege y de mí se apodera, cierro los ojos y cedo, tus hombros fuertes sobre mi nariz, tus sabios besos que me hacen feliz, un temblor que me hace olvidar, perder el equilibrio, abolir la identidad, no sé quién soy, pero sé que soy tuya, en el mundo sólo queda esa verdad, mientras la realidad se deshace en danzantes guirnaldas multicolor
y el frío se desvanece, ya no hay viento, por dentro se enciende el calor, apenas hay sonidos, cada tanto se escucha un silbido, que es tuyo y mío, y el sudor nos envuelve, pega nuestros cuerpos en uno, una masa incandescente, que me saca de quicio, me pone loca de remate, me siento una demente que sólo piensa en cuanto te ama, te necesita, anhela volver a verte.
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