Te escribo desde el alma misma de mis años pasos del tiempo que hoy vuelven a rodearme con tus simetrías y vagos silencios ermitaños y en la magia de tus ojos, poder reflejarme!
Te escribo, con las manos de un poeta enardecido en todo tu cuerpo de hermosa y vital señora, con el dolor de no tenerte y la dicha de haberte tenido, mas no sea el segundo que duraron nuestras horas.
Te escribo desde lo majestuoso y lo visible, sin lo abstracto de soñar con tus caricias, te escribo, amor, porque ya no creo en imposibles ni en aquellas frases de celo y de delicia.
Te escribo en el altar de mi sana jurisprudencia en tus madreselvas y mágicas entrañas, te escribo, cielo, desde tan inhóspita impaciencia que duele en los huesos y con mi alma se ensaña.
Te escribo, donde no te escriben mis olvidos ni aquellos gnomos, que en la tarde parecían un ir y venir de musas que a tus derribos me dieron la razón, de sentirte tan mujer y tan mía.
d/a.
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