A principios de siglo XX un explorador y aventurero inglés encontró entre las ruinas de una ciudad maya una calavera de cristal de roca, perfectamente pulida. El origen de tan desconcertante "escultura" es aún un enigma. La calavera de cristal, también llamada "Max" o "Cráneo del Destino", fue hallada en una antigua ciudad maya de forma absolutamente casual.
La conocida saga de aventuras Indiana Jones, que cuenta como un arqueologo dedica su vida a la busqueda de relíquias misteriosas, en su tan esperada cuarta entrega, Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, va en busca de este misterioso objeto.
Pero la Historia real, comienza en 1924 llegaba a los bosques tropicales de Belice (Honduras Británicas) en America Central, el polifacético explorador inglés Frederick A. Mitchell. Hedges, acompañado de su hija adoptiva Anna, de su secretaria Jane Houlson, el médico y experto en cultura maya Dr. Thomas Gann, el representante del Museo Británico capitán Joyce y la financiera de la expedición Richmond Brown. Frederick Mitchell-Hedges era toda una celebridad en los años veinte. Aventurero ambicioso e inteligente permaneció durante años en diferentes lugares de Norteamérica y Sudamérica, desempeñando los más variados oficios: desde cow-boy a jugador profesional, pasando por revolucionario a las órdenes de Pancho ViIla o arqueólogo y frecuentando los ambientes más contradictorios, desde locales de exploradores hasta clubes de millonarios.
Al poco de llegar a la zona conocida como Punta Gorda, el explorador inglés comenzó sus excavaciones, en plena selva, en busca de ruinas mayas. Tras luchar contra las inclemencias de la jungla y del clima tropical, y después de varios meses de trabajo infatigable con la ayuda de empleados nativos, Mitchell-Hedges descubre una gran plaza de piedra, varias pirámides (que tardara meses en despojar de la vegetación), casas y cámaras subterráneas pertenecientes a un complejo arquitectónico que bautizaría con el nombre de Lubaantun (que significa algo asi como "ciudad de la piedras caídas").
El descubrimiento entusiasmó a Mitchell-Hedges, quien estaba convencido de que aquella ciudad había pertenecido a la legendaria Atlántida, lo que le motivaría para continuar las excavaciones durante siete años más. Por aquel entonces su hija adoptiva, la pequeña Anna, era apenas una adolescente inquieta, y el día de su diecisiete cumpleaños se produjo el gran descubrimiento: "Durante días veíamos algo entre las piedras al recibir los reflejos del sol -recuerda ahora Anna Mitchell-Hedges- y no descansamos hasta hacer accesible aquel lugar. Fui yo quién lo rescató porque mis manos eran más pequeñas que las de los demás y se lo enseñe a mi padre. El se resistía a creer en el descubrimiento de aquel cráneo de cristal..."
El Craneo del Destino.
El "Cráneo del Destino" era una calavera de cristal de roca a tamaño natural, y de cinco kilos de peso esculpida en una sola pieza. La perfección absoluta de su tallado y su incólume pulido, la perfección de sus detalles y su mandíbula articulada la convierten en una réplica exacta de un cráneo humano, pero el origen de su fabricación, hace siglos, es un auténtico misterio.
¿Quién fabricó la Calavera de Cristal?
A pesar de que existe un consenso general en calificar a la Calavera de Cristal como todo un enigma arqueológico, su existencia ha quedado marginada a los ambientes relacionados con el misterio, ya que la comunidad arqueológica convencional hizo oídos sordos a este incómodo enigma.
Cuando Mitchell-Hedges encontró la calavera, aquel hallazgo sirvió al aventurero inglés para osar lanzarse a la arena pública, afirmando haber encontrado en Lubaantun los suficientes indicios arqueológicos como para afirmar que en Belice se asentó una cultura que poseía grandes conocimientos técnicos, y que podría muy bien ser la heredera intelectual del legendario continente hundido de la Atlántida. Naturalmente anteriores alusiones directas a la Atlántida nunca habían sido bien vistas en ambientes académicos, asi que rápidamente la comunidad arqueológica científica consideró a Mitchell-Hedges y a sus hallazgos como carentes de interés científico.
Pero, pese al desinterés del establecimiento científico, la calavera de cristal existía, y con el transcurrir del tiempo fue atrayendo la curiosidad de cada vez mayor número de estudiosos libres de prejuicios académicos. Según el referido arqueólogo y aventurero inglés la Calavera habría tenido una utilidad mágica y ritual. Asi lo explicaba su hija Anna: "Los mayas nos decían que la utilizaban para provocar la muerte o para curar enfermedades. Por ejemplo, si un hechicero era demasiado viejo para realizar ceremonias, elegía a un hombre joven y se postraban ambos en el altar (del cráneo). Entonces un sacerdote realizaba una ceremonia y los conocimientos del anciano pasaban al joven. A partir de entonces el anciano podía morir ya en paz, puesto que el joven se convertía en un hombre sabio... Este cráneo de cristal tiene enormes poderes, incluso de predicción sobre acontecimientos futuros. Además de su intrínseco misterio histórico, era inevitable que una pieza tan sugerente estimulase la imaginación de todo el que la llegó a conocer, especulando con sus grandes poderes.
Para el polémico y controvertido Feibert, los vacíos ojos del cráneo de cristal reproducían un fenómeno similar al de la Virgen de Guadalupe, mostrando en el vidrio de sus cuencas escenas que, según él, habrían quedado plasmadas en el cristal a través de los siglos. Y lo cierto es que, algunos de quienes lo han observado fijamente, han creído percibir imágenes del pasado o del futuro. Como si de una gran bola de cristal se tratase, el "Cráneo del Destino" produciría percepciones hialoscópicas (hialoscopía es la técnica de adivinación que se basa en la utilización de espejos, superficies líquidas o bolas de cristal).
El mismo Mitchell-Hedges dijo tras el descubrimiento de la enigmática calavera de cristal: "Se han plasmado en ella todos los males del mundo". Dejando a un lado la discutible capacidad parapsíquica de la "Calavera de Cristal" la pregunta fundamental continúa sin responder: ¿quién la construyó?
Es conocido que las habilidades del arte y la orfebrería precolombina resultan sorprendentes. Las elaboradas piezas descubiertas en 1987 al norte de Perú, pertenecientes al tesoro de Sipán, o la extraordinaria máscara de jade del señor Pakal encontrada en el templo de Palenque son buenos ejemplos de la precisión técnica de los orfebres precolombinos. Sin embargo la perfección del pulido que presenta la calavera de cristal dista mucho de las piezas precolombinas más trabajadas.
La calavera de cristal está tallada sobre cristal de cuarzo, que en la escala de Mohs de dureza de minerales alcanza un valor de siete sobre diez. Con lo cual solo el diamante es capaz de cortarlo con precisión. Sin embargo, lo absolutamente incomprensible es que el "Cráneo del Destino" este construido en una sola pieza (exceptuando la mandíbula móvil) y a lo largo y ancho de toda su superficie no exista ni una sola marca o arañazo de herramienta alguna.
En 197O la compañía Hewlett-Packard sometió al la Calavera a una serie de análisis, dictaminando que para obtener un producto como el examinado se necesitaban al menos trescientos años de trabajos manuales coordinados, actuando sobre la piedra por erosión de su superficie.
Posteriormente fue el laboratorio situado en los sótanos del prestigioso British Museum el que sometió a la calavera de cristal a diferentes análisis. Sin embargo el cráneo consiguió eludir todas las pruebas manteniendo sus secretos. Ni un solo indicio permitió al experto en piedras preciosas del British Museum, Alan Jogins, develar el origen de la misteriosa joya: "No tenemos pruebas positivas de que se haya empleado ningún metal -explicaría Jogins- lo que no quiere decir que no lo hayan disimulado con habilidad. Es un trabajo diestro y muy sofisticado. Si fue realizado por personas primitivas es asombroso, porque el nivel de tallado a mano es de primerísima calidad"
Los expertos sitúan la época de fabricación de la calavera de cristal en el periodo azteca, entre el 1300 y 140O d.C. Pero, de ser así, que hacía una pieza azteca en una ciudad maya localizada a centenares de kilómetros más al sur. Por otro lado, los indígenas, descendientes directos de los mayas, que trabajaron con Mitchell-Hedges en su excavación de Lubaantun, dijeron al intrépido arqueólogo que el "Cráneo del Destino" tenía más de 3.600 años de antigüedad.
Otras Calaveras
El misterio se complica al descubrir que la calavera de cristal hallada en Belice no es la única. Ya en 1889 un acaudalado soldado mexicano descubrió en nuestro país una calavera similar, con dos diferencias respecto a la de Mitchell-Hedges. En primer lugar la calavera de cristal mexicana está construida en un cristal de cuarzo, de menor pureza, de una sola pieza, con lo cual la mandíbula no es móvil, sino que esta adherida al resto de la pieza. Por otro lado una gran raspadura en la parte superior del cráneo la diferencia también del perfecto "Max". Este cráneo de cristal se conserva en el Museo de la Humanidad de Londres, quien lo adquirió a la celebre joyería Tiffany's, de Nueva York. Sin embargo, la conocida joyería no aportó más datos sobre el origen de esta no menos enigmática pieza arqueológica. Se sospecha que pudo ser parte de un botín conseguido en México por algún anónimo mercenario dedicado al tráfico ilegal de arte y piezas arqueológicas. Y por si todo esto no fuese bastante, un tercer cráneo de cristal, de idéntico estilo a los anteriores se expone en el Museo del Hombre en París. Los expertos del museo afirman que formaba parte de un "cetro mágico" azteca del siglo XIII o XIV d.C. y que era usado para tener alejadas a las serpientes y predecir el futuro.
De los tres cráneos de cristal, tan solo del de "Max" conocemos el momento y lugar exacto de su hallazgo. Su valoración, en más de 4 millones de dólares, y los misterios insondables que lo rodean lo convierten en una pieza estrella de la arqueología mundial. Por algo el célebre escritor de ficción científica Arthur C. Clarke (autor de 2OOl, una odisea espacial) lo convirtió en el emblema de su serie El Mundo Misterioso de Arthur Clarke, y es que la Calavera de Cristal es todo un símbolo de los misterios del pasado que todavía hemos de desentrañar.