El día y la noche se cruzan al alba Y por un instante Sus manos enlazan. Camino en la orilla, serenas las aguas, Con la suave brisa Rozando mi cara. ¡Qué extraño silencio! ¡Qué inmensa morada para un ser tan débil que a su sombra acalla! Reciben los mares sus tiernas miradas. Reflejos dorados, destellos de plata, Dibujan el lecho de amantes que encienden El fuego en sus almas. Camino tranquilo, disfruto descalzo De infinitos susurros E intensas fragancias. El sol y la luna, vestidos de gala, Ya no necesitan Pronunciar palabra: Ya llegó el momento....... ¡Despedida ingrata! Con un solo guiño despliegan sus alas Que un verso dibujan de verde esmeralda: ¡Volveré mañana, sí! ¡Volveré mañana!
d/a.
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